Avanza septiembre y el verano deja paso a un otoño que como estos últimos seis meses seguirá siendo de incertidumbre, de incógnita por el presente y por el futuro inmediato, para el futuro lejano, no menos importante, siempre queda la esperanza de que las cosas vuelven a su ser.
La pandemia nos ha cambiado los modos y los hábitos y las nuevas formas ya empiezan a ser costumbre por su repetición. Por estas fechas el mundo de la nieve empieza a prepararse para la nueva temporada que con suerte comenzará a final de noviembre o a primeros de diciembre según lo que depare la meteorología. Pero esta temporada que ya se anuncia es distinta, la preocupación no es si habrá mucha o poca nieve, la preocupación es la economía nacional y, en menor medida la internacional, la evolución de la epidemia y cómo va a afectar esto al sector. La nieve que es la materia prima de la industria del esquí, ha dejado de ser la preocupación primera para pasar a segundo plano. Lo que más nos importa este año es el futuro de nuestra salud y de nuestros bolsillos y, si siempre estábamos con dudas de cómo sería la próxima temporada, ésta que viene la incertidumbre se nos presenta como categoría máxima. Posiblemente nunca ha habido y ojalá no vuelva a haber una inminente temporada de nieve con tanta inseguridad sobre cómo esquiaremos y cómo funcionarán los centros de esquí.
Dicen muchos que lo peor en esta vida es la incertidumbre, pero es lo que hay, de momento y hasta que las deseadas vacunas frente a la Covid19 no se empiecen a poder usar, lo único que nos queda es la prevención y esto es a costa de la economía porque no existen milagros. Lo que parece claro es que esta temporada va a ser rara, de momento, y si las cosas no se tuercen y la amenaza de confinamiento como en marzo y abril no se consuma, parece que las estaciones abrirán con restricciones en el número de usuarios, principalmente en los remontes cerrados como los telecabinas y quizás con limitaciones en las telesillas plurales. Por supuesto que también en el resto de servicios y lo que parece incuestionable es que las temidas colas van a ser el pan nuestro de cada día, por la necesidad de guardar distancias y reducir el número de usuarios en medios de elevación. Especialmente afectados van a ser los servicios de restauración que hasta ahora estaban pensados para atender a muchos usuarios de forma expeditiva. Este puede ser uno de los grandes retos de las estaciones de invierno. Sin duda habrá que buscar alternativas y aplicar soluciones imaginativas por parte de los centros de esquí y habrá que pedir paciencia, respeto y comprensión a los usuarios. El reto no es fácil, pero hay que confiar en un sector que, al menos en España, es y ha sido capaz de superar la carencia pertinaz de nieve en una industria que vive de ella.
Lo que es casi seguro, es que la esperada vacuna no va a estar lista, al menos, para el principio de temporada y quizás tampoco para el final de forma universal, esto hará que alternativas de esquí menos masificadas, como el esquí de montaña vaya a tener un auge en practicantes muy importante. Un ejemplo de esta posible tendencia es lo que se ha podido ver este verano en nuestras zonas de montaña que han estado visitadas como nunca antes y muchos refugios y albergues, a pesar de las restricciones, han estado llenos desde la primavera sin parar, así como las cimas solitarias han sido muy frecuentadas y otras de mucha afluencia han tenido que ver como las colas para acceder hasta ellas eran insólitas, llegando incluso a tener que cerrar algunos accesos por el exceso de montañeros. En cualquier caso, esperemos que nieve y que lo haga generosamente para que todos lo aficionados, que somos muchos, podamos tener más destinos posibles para repartirnos y poder esquiar en estación o en travesía y que el 2021 termine con los interrogantes y traiga las certezas que todos deseamos.
Enrique Ribas Lasso es editor de revistanix.com
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